El reciente descenso de la vacunación en EE.UU. se ha atribuido a la “indecisión sobre las vacunas”, una mezcla de desinformación y desconfianza. Pero hay otro grupo de estadounidenses no vacunados que son susceptibles de recibir una dosis pero aún no lo han hecho, y sus razones son complejas.

Son unos 30 millones, según las estimaciones del censo. No se oponen a la vacuna, ni siquiera son escépticos. En las entrevistas, las razones que declaran para no vacunarse son dispares: no querer faltar al trabajo por los efectos secundarios, las barreras de acceso y el aislamiento social.

Acy Grayson III, que dirige un outift de mejoras para el hogar en los suburbios de Cleveland, dijo que le resultaba difícil comprometerse con una hora y un lugar debido a su trabajo.

“Sé que están intentando averiguar la razón por la que la gente no lo hace”, dijo el Sr. Grayson. “Se lo voy a decir. La gente está tratando de cuidar de su hogar. No tienen mucho tiempo en el día”.

En su mayor parte, estas personas pertenecen a la clase trabajadora de Estados Unidos y están ocupadas compaginando trabajos y obligaciones familiares que les dificultan encontrar tiempo para desplazarse a buscar una dosis, y mucho menos dos. Aproximadamente la mitad vive en hogares con ingresos inferiores a 50,000 dólares al año, según un análisis de los datos del censo realizado por Justin Feldman, epidemiólogo social de Harvard.

El 81% no tiene un título universitario. Algunos tienen problemas de salud o discapacidades o se enfrentan a barreras lingüísticas que pueden hacer que vacunarse contra el Covid resulte desalentador. Muchos viven en condados que ocupan un lugar destacado en el índice de vulnerabilidad social del C.D.C.: altos índices de pobreza, viviendas abarrotadas y escaso acceso al transporte.

Llegar a estas poblaciones es fundamental para todos. Si el país no alcanza niveles elevados de vacunación, dicen los expertos, es probable que el virus siga circulando, causando hospitalizaciones y muertes innecesarias. Un reciente análisis de datos realizado por Lauren Ancel Meyers, de la Universidad de Texas en Austin, sugiere que la vacunación temprana de un mayor número de residentes en las zonas Covid más afectadas de Austin habría evitado hospitalizaciones y muertes en toda la ciudad.