La campaña para alcaldía de Nueva York es uno de los casos más destacados de elección por orden de preferencia en EE.UU. En lugar de seleccionar un solo candidato, los votantes pueden elegir hasta cinco y también clasificarlos.
El sistema tiene algunas grandes ventajas. En una elección tradicional, la gente que vota por un candidato poco probable -como Ralph Nader, el candidato presidencial del Partido Verde, en 2000- puede acabar perjudicando a un candidato de primera fila -como Al Gore ese año-. Con la elección por orden de preferencia, los votantes progresistas podrían haber incluido a Nader en primer lugar y a Gore en segundo. Una vez que Nader no quedara entre los dos primeros, la ronda final de la elección habría reasignado a sus votantes a su segunda opción, que a menudo habría sido Gore.
La idea básica es permitir que la gente seleccione su candidato favorito y que indique sus preferencias entre los demás candidatos. Esa combinación puede permitir que el candidato más popular gane las elecciones, al tiempo que deja claro todo el espectro de opiniones de los votantes. Si Nader hubiera recibido, por ejemplo, el 20% de los votos en primer lugar en el año 2000, podría haber señalado el atractivo de su plataforma e inspirado a otros progresistas a presentarse en 2004.