A medida que la campaña de vacunación en EE.UU. pierde fuerza, cada vez está más claro que los adultos jóvenes escépticos son uno de los mayores obstáculos para la inmunidad masiva.

En un informe federal publicado, sólo un tercio de los adultos de entre 18 y 39 años declararon estar vacunados, con tasas especialmente bajas entre los negros, entre las personas de 24 años o menos y entre los que tienen menos ingresos, menos educación y no tienen seguro médico.

Las razones son complejas. Algunos adultos jóvenes se oponen firmemente. Otros simplemente no están interesados. Los responsables de la sanidad pública citan una mezcla superpuesta de inercia, miedo, agendas apretadas y desinformación. Y el argumento de venta directo para las personas mayores -una vacuna podría salvar su vida- no siempre funciona con veinteañeros sanos.

Otro gran obstáculo, en algunos casos, son los padres. Aunque los niños de hasta 12 años pueden vacunarse, muchos tutores están preocupados por los efectos secundarios o asustados por la novedad de las vacunas, y han impedido que sus hijos se vacunen.

Una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation reveló que sólo tres de cada diez padres de niños de entre 12 y 17 años tienen la intención de permitir que se les vacune inmediatamente. Muchos dicen que esperarán a tener datos de seguridad a largo plazo o a que se produzca un mandato escolar.