Previsible – y no tanto

Previsible – y no tanto

La última versión del Tribunal Supremo -con los tres nombrados por Donald Trump- está empezando a perfilarse. Es a la vez ideológicamente predecible e impredecible, dependiendo del tema.

En muchos asuntos, como la sanidad, la inmigración, la delincuencia y varias cuestiones sociales, el tribunal es conservador, pero no lo es de manera uniforme. Las mayorías suelen trascender las líneas ideológicas, con decisiones que a veces decepcionan a los activistas conservadores y sorprenden gratamente a los liberales. “No es tan malo como la gente pensaba”, dijo la semana pasada David Cole, de la Unión Americana de Libertades Civiles.

Estas sorpresas cumplen una de las principales prioridades del presidente del Tribunal Supremo, John Roberts: reforzar la imagen del tribunal como institución no partidista. Una pregunta central sobre las tres opciones de Trump -Amy Coney Barrett, Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch- era si adoptarían un enfoque similar al de Roberts. Él es profundamente conservador pero se preocupa por formar coaliciones inter-ideológicas. Por el contrario, Clarence Thomas y, especialmente, Samuel Alito son aún más conservadores.

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