Algunas muertes no se contabilizaron en el recuento de virus en las prisiones porque los reclusos hospitalizados fueron dados de alta oficialmente antes de morir.
Richard Williamson, de 86 años, fue trasladado de urgencia desde una cárcel de Florida a un hospital el pasado mes de julio. Al cabo de dos semanas, había muerto de Covid-19.
Horas después de que Cameron Melius, de 26 años, saliera de una cárcel de Virginia en octubre, fue trasladado en ambulancia a un hospital, donde murió. El coronavirus, según las autoridades, fue un factor contribuyente.
Y en la ciudad de Nueva York, Juan Cruz, de 57 años, que enfermó de Covid-19 mientras estaba en la cárcel, fue trasladado de la sala de la cárcel de un hospital a su unidad habitual antes de morir.
Ninguna de estas muertes se ha incluido en las cifras oficiales de mortalidad por Covid-19 de las cárceles donde los hombres habían estado detenidos. Y estos casos no son únicos. El New York Times identificó a decenas de personas en todo el país que murieron en circunstancias similares, pero que no se incluyeron en los recuentos oficiales.