Algunos de los principales economistas han rebajado sus previsiones de crecimiento para este año en medio de los persistentes cuellos de botella en la cadena de suministro, el aumento de la inflación y la rápida propagación de la última variante del COVID-19. A esto hay que añadir un par de comodines: las inciertas perspectivas de más estímulos gubernamentales y una Reserva Federal que de repente parece inclinada a subir los tipos de interés antes de lo previsto.

“Los riesgos para las perspectivas se han intensificado”, afirma Jonathan Millar, economista de Barclays.

Pero no hay que entrar en pánico. Los economistas siguen esperando que Estados Unidos registre su crecimiento más rápido desde principios de la década de 1980, a medida que los estadounidenses, con 2.5 billones de dólares extra en ahorros -de los cheques de estímulo del gobierno y los recortes de gastos durante los cierres inducidos por la pandemia- empiecen a gastar.