El psicoanalista Johan Garriga, en su libro El buen amor en la pareja dice:
“El otro no puede darte la felicidad, esa es una decisión autónoma que hay que asumir, pero entonces, ¿quién la reclama y se empeña en encontrar exigencias y argumentos desdichados porque la realidad no se asemeja a sus sueños? Pues ni más ni menos que el niño que sigue vivo entre nosotros”.
Si eres infantil y berrinchuda puedes tener los siguientes comportamientos:
• Culpas a tu pareja de tu felicidad y de tu desgracia
• Esperas que tu pareja siempre esté contigo en el momento en que lo necesites sin tener en cuenta sus necesidades
• Tienes actitudes y usas frases egoístas
• Deseas recibir del otro, todo el amor, cuidado y atención, sin dar nada a cambio.
Si te identificas con estos comportamientos, es hora de parar y poner en práctica lo siguiente:
• Asume la responsabilidad de tu vida y de tus actos; no puedes exigirle a tu pareja que conserve su compostura ni que se tranquilicen si tú también pierdes la paciencia y te comportas como una histérica.
• Analiza la situación y deja el drama por cualquier cosa trivial. Piensa si vale la pena hacer un show por cualquier nimiedad.
• Evita decir frases para justificarte, por ejemplo: “ellos se lo buscaron”, “me sacaron de casillas”, etc.