Nelson Mandela decía: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”.
Sin embargo, y aunque parezca casi increíble, en estos tiempos siguen existiendo crímenes de odio por racismo; es inconcebible que una persona pierda la vida solo por tener cierto color de piel.
El racismo tiene muchas caras que se muestran desde el rechazo, la exclusión y la violencia en diferentes niveles.
El racismo no se da solo contra los negros, también hay racismo contra los blancos, los amarillos, latinos, mujeres, gitanos y se manifiesta de diferentes maneras.
El “racismo es una de tantas conductas que se enseña” y lo hacemos con hechos, palabras, y algunas veces hasta con “pequeños tonos” que ni siquiera creemos que son racistas.
NO ser racista está bien, pero no es suficiente. Tenemos que actuar contra el racismo, alzar la voz, hacer ver a los demás las acciones racistas, los comentarios inapropiados, aunque sean de broma, ser anti-racistas en casa y en la calle, porque el respeto se enseña en casa y el racismo también.
Ser racista no solo es actuar o decir cosas para discriminar a otras personas, no es solo arremeter contra un negro o contra alguien que no es de nuestra raza; también somos racistas cuando usamos términos como:
Naco, indio, pobretón, muerto de hambre, sirvienta, chacha, prepago y todas esas expresiones que hasta pueden decirse en broma y peor aún, frente a nuestros hijos para referirnos a los que no cumplen con nuestros estándares personales de cómo debe ser una persona “de bien”.