¿Se puede llegar a ser una madre perfecta?
Primero que todo debes de tener claro que un hijo es una personita que llega a este mundo a aprender las herramientas de socialización y a enfrentarse con las expectativas que los padres tienen de ellos.
Ahí puede llegar la equivocación en la crianza, ya que por el afán de que sean los mejores y logren una gran posición, además de alcanzar todas las metas propuestas, los podemos arrastrar a un mundo completamente demandante donde lo que importa es “qué hace”, “cómo lo hace”, “qué logra”, en lugar de ser “quien es”.
Puede ser que, por tratar de ser una madre perfecta, no nos damos cuenta de su necesidad de darnos gusto y cumplir con la interminable agenda de actividades que le hemos impuesto con el propósito de que sean “superiores”.
Tantas peticiones, exigencias y recompensas cuando logra lo que se espera de él y también cómo se siente cuando le damos otra “oportunidad” para alcanzar las metas propuestas por nosotros para que sus padres se sientan “orgullosos” de él. Sin embargo, lo anterior no quiere decir que los niños no deban tener actividades extraescolares, deportivas y lúdicas, ya que la socialización es un aspecto importante en su desarrollo como persona. Pero, debemos detenernos un momento a pensar si le estamos enseñando a ser feliz, está aprendiendo valores con el ejemplo y no con comparaciones y si estamos transformando su ansiedad por aceptación y tranquilidad.
Con cierta frecuencia debemos evaluar estos aspectos, no para cambiar lo que está bien sino para observar si hay aspectos que deberían cambiarse.