La guerra contra el Covid-19 está cambiando, poniendo de manifiesto la creciente división entre los países que tienen las armas para luchar contra el virus y los que no.

A medida que aumenta la preocupación por la variante Delta, altamente contagiosa, las naciones ricas refuerzan sus arsenales de vacunas, mientras que en otras partes del mundo mueren desesperadamente por falta de vacunas.

Al borde de una nueva y temida ola de infecciones por coronavirus, Estados Unidos y Europa están desplegando un aluvión de incentivos monetarios y mandatos para convencer a los que se resisten a vacunarse, y está aumentando el impulso para repartir vacunas de refuerzo a los grupos vulnerables.

Los funcionarios de EE.UU. y la Unión Europea tienen un ojo puesto en el Reino Unido, donde el gobierno fue criticado el mes pasado por eliminar casi todas las restricciones sobre el coronavirus en Inglaterra. Los críticos describieron la medida como un “experimento peligroso y poco ético”, justo cuando el país se encontraba en medio de un aterrador pico de infecciones alimentado por el Delta. Ahora parece que los casos están disminuyendo, lo que plantea la cuestión de si la población británica, altamente vacunada, puede estar en la cúspide de algún tipo de inmunidad de rebaño, pero los epidemiólogos dicen que es demasiado pronto para decirlo.