Los Juegos Olímpicos de Tokio terminaron con una nota de celebración, pero la realidad de la vida en Japón es diferente. Las infecciones por coronavirus están en su punto más alto, y sólo el 36% de los residentes están totalmente vacunados.
Durante los Juegos, a menudo había colas en la estatua de los cinco anillos frente al Estadio Olímpico porque la gente quería hacerse fotos conmemorativas. Las multitudes se alineaban en los recorridos de las pruebas de ciclismo de larga distancia y del maratón. Todavía hubo protestas a lo largo de los Juegos. Pero para muchos, parece que el dramatismo de los Juegos desvió la atención de la gente de su ansiedad preolímpica. Sin duda, el hecho de que el equipo olímpico japonés haya conseguido un gran número de medallas ha contribuido a mejorar el ambiente.
Todo el movimiento olímpico tendrá que hacer cuentas sobre el coste y los sacrificios de ser una ciudad anfitriona. Cada vez son más los países que renuncian a presentarse a los Juegos. Y con la probabilidad de futuras pandemias y la realidad del cambio climático sobrevolando todo lo que hacemos, esas fuerzas van a condicionar inevitablemente los futuros Juegos.