Cuando Sharon Tucker decidió mantener a su hijo en la enseñanza virtual el año pasado, pensó en el elevado coste que supone la pandemia para las familias de color. Pero como madre de un niño negro, también escuchó atentamente cuando su hijo empezó a hablar de la disciplina escolar.
El niño, que entonces tenía 7 años, se preocupaba por lo que pasaría si se le caía la máscara. O si se olvidaba de otras reglas nuevas. Creía que ya le habían castigado injustamente una vez en la escuela. No quería volver a tener problemas.
Al comenzar un nuevo año escolar -con la variante delta del coronavirus en aumento y los debates sobre las máscaras y las vacunas-, la investigación muestra que la desconfianza sobre las clases presenciales no ha desaparecido del todo entre las familias negras e hispanas.
Sólo el 6% de los padres blancos de todo el país se mostraron inseguros o en contra de enviar a sus hijos de nuevo a los edificios escolares, en comparación con el 18% de los padres negros, el 17% de los padres hispanos y el 12% de los padres asiáticos, según un informe de la Rand Corp, una organización de investigación sin ánimo de lucro.