Las fábricas chinas se encuentran en dificultades en un momento en el que la segunda economía del mundo tiene que hacer frente a otra preocupación: la creciente escasez de energía.
En una encuesta gubernamental publicada, la actividad manufacturera cayó a 49.6 en septiembre, frente a 50.1 en agosto. Cualquier lectura por debajo de 50 indica contracción, y en este caso, fue la primera vez que la encuesta oficial mostró una contracción de la actividad desde que comenzó la pandemia de Covid-19.
Las fábricas se están viendo perjudicadas por el aumento del costo de la energía, según la Oficina Nacional de Estadísticas de China, que añadió que las empresas de alto consumo energético no han prosperado.
El auge de la construcción y la industria manufacturera impulsó gran parte de la recuperación económica de China este año, y sigue desempeñando un papel vital en el crecimiento.
Pero ese trabajo requiere toneladas de energía y, por tanto, cantidades masivas de carbón. La escasez de energía comenzó en junio, pero ha empeorado desde entonces, ya que los precios del carbón se han disparado y las provincias chinas han intentado cumplir los objetivos de Pekín para reducir las emisiones de carbono.
El empeoramiento de la crisis energética ha provocado apagones en los hogares y ha obligado a las fábricas a reducir la producción, una amenaza para la vasta economía del país que podría ejercer aún más presión sobre las cadenas de suministro mundiales.