Criamos a nuestras hijas para que luchen contra los estereotipos y persigan sus sueños,. Ahora somos más propensos a decirles a nuestras hijas que pueden ser lo que quieran: una astronauta y una madre. Pero no hacemos lo mismo con nuestros hijos.

Los científicos sociales afirman que, a pesar de que hemos dado a las chicas más opciones en cuanto a los papeles que desempeñan, el mundo de los chicos sigue estando confinado. Se les disuade de tener intereses que se consideran femeninos. Se les dice que tienen que ser duros a toda costa, o bien que deben moderar su supuesta energía masculina.

Si queremos crear una sociedad equitativa, en la que todo el mundo pueda prosperar, también tenemos que dar más opciones a los chicos. Como dice Gloria Steinem: “Me alegro de que hayamos empezado a criar a nuestras hijas más como a nuestros hijos, pero nunca funcionará hasta que criemos a nuestros hijos más como a nuestras hijas”.

Y es que los roles de las mujeres no pueden ampliarse si no lo hacen también los de los hombres. Pero no se trata sólo de las mujeres. Los hombres se están quedando atrás en la escuela y el trabajo porque no estamos educando a los niños para que tengan éxito en la nueva economía rosa. Habilidades como la cooperación, la empatía y la diligencia -a menudo consideradas femeninas- se valoran cada vez más en el trabajo y la escuela y los empleos que requieren estas habilidades son los que más crecen.