Como padres tenemos la responsabilidad de evitar a toda costa crear heridas emocionales que puedan perjudicar seriamente a nuestros hijos; esto hace daño en su infancia y puede afectar su desarrollo y hasta su vida adulta.
Las heridas emocionales, dentro de las cuales se encuentran la violencia física, emocional, abandono, etc., se proyectan en su entorno y es probable que cuando tengan hijos repetirán esos comportamientos con ellos.
Es nuestro deber como padres propiciar para nuestros hijos un ambiente seguro y en paz.
Algunas de las heridas de la infancia que se proyectan en la vida adulta son:
RECHAZO
Si como padres criticamos a nuestros hijos y los hacemos sentir inferiores, con toda seguridad, se afectará su autoestima. Esto los convertirá en seres inseguros y que buscan siempre la aprobación de los que están a su alrededor.
ABANDONO
Existen diferentes tipos de abandonos, algunos inesperados, otros planeados, pero ya sea que el padre los abandonó, alguno de sus padres falleció, ambos padres trabajen largas jornadas, sean ignorados por sus padres, etc., este niño proyectará en su vida adulta esta herida abandonando trabajos, parejas y hasta pueda abandonar a sus hijos cuando los tenga.
MALTRATO
Es una de las heridas más grandes que podemos provocarle a nuestros hijos; en este caso, pueden ser maltratados nuevamente por su pareja o por otras personas, o también se pueden convertir en maltratadores de sus parejas e hijos.
DE HOGAR EN HOGAR
Cuando los niños crecen en distintos hogares, por ejemplo, cuando son abandonados y no llegan al hogar de adecuado, en su vida adulta experimentarán ataques de pánico, desconfianza, miedo y muchas inseguridades.