Casarse y tener hijos parece el sueño y el comienzo de un cuento de hadas; sin embargo, eso no siempre es así y cuando empiezan los problemas en la pareja desafortunadamente son los hijos los más perjudicados con esa situación.

Algunas personas tienen la suficiente claridad y sinceridad para decidir y decir a los demás que no van a tener hijos porque no están en la disposición de hacer todo el esfuerzo que implica criar bien a un hijo. Un hijo requiere que le dedique amor, cariño, tiempo, cuidado, educación y mucha tolerancia.

Cuando una pareja empieza a fallar y no pueden corregirlo, empiezan a perder el balance en sus vidas y lo primero que pueden descuidar es a sus hijos. Así, poco a poco esos niños comienzan a ir mal en el colegio, a tener peleas porque se vuelven agresivos y hasta se deprimen.

En momentos así se requiere de la oportuna intervención de los tíos. Los tíos generalmente son muy cercanos a sus sobrinos y por lo tanto se requiere de su intervención para recobrar la estabilidad de los niños.

El papel de muchos tíos es cubrir la parte que los padres descuidan de sus hijos, ellos les dedican tiempo, les dan amor, cariño, atención y mucho ánimo.

Cuando una relación de pareja con hijos no funciona, esos pequeños sufren porque sienten que deben escoger a alguno de sus papás y para ellos los dos son sus héroes. Si no se logra arreglar la situación y recuperar la paz en el hogar, lo mejor será separarse para evitar más sufrimiento.