Con la cumbre de Glasgow, los diplomáticos alcanzaron un acuerdo que invita a los gobiernos a volver el año que viene con planes más sólidos para frenar las emisiones. El acuerdo establece claramente que todas las naciones tendrán que reducir sus emisiones de dióxido de carbono casi a la mitad esta década para mantener el calentamiento por debajo de 1.5 grados centígrados.
También insta a las naciones ricas a que “al menos dupliquen” la financiación para 2025 para proteger a las naciones más vulnerables de los peligros de un planeta más caliente. Y menciona explícitamente la necesidad de frenar los combustibles fósiles, la primera vez que un acuerdo climático mundial lo hace.
Pero sigue dejando a muchos países en desarrollo sin los fondos que necesitan para construir energías más limpias y hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos. Y deja sin resolver la cuestión crucial de cómo se repartirá exactamente la carga y qué acción se espera de cada país.