El presidente Joe Biden y el presidente Xi Jinping se reunirán virtualmente este lunes, tras un tumultuoso comienzo de la administración Biden en la gestión de las relaciones con Pekín.
Los dos líderes llegan a las conversaciones -que se celebran en línea porque Xi no ha salido de China desde que estalló la pandemia- en posiciones políticas opuestas.
Xi se ha movido agresivamente para cimentar su propio poder, y se espera que consiga un tercer mandato de cinco años el año que viene, después de que el Partido Comunista lo elevara a la misma estatura simbólica que los antiguos líderes Mao Zedong y Deng Xiaoping.
Biden, que a diferencia de Xi tiene que lidiar con las complicaciones de la democracia, está luchando por estabilizar una presidencia golpeada por las secuelas de la pandemia y una tormenta perfecta de aumento de la inflación y de los precios del gas que hicieron mella en sus índices de aprobación, aunque ha hecho progresos en la revitalización de las alianzas de Estados Unidos con la vista puesta en China. Las preocupaciones económicas pesan sobre ambos.
Dada la enorme brecha que separa a las partes y el imperativo político de ambos líderes de mantenerse firmes frente al otro en este momento, es poco probable que de las conversaciones surjan medidas tangibles para aliviar las tensiones. Pero un entendimiento para no dejar que las tensiones empeoren aún más sería un comienzo.