Los padres de niños pequeños desean tener hijos que sean calmados, pacíficos y obedientes, pero no siempre sucede, algunos niños son por naturaleza rebeldes, bullosos y autoritarios y esto dificulta su crianza.

Aunque cada persona nace con su propio carácter y personalidad que se debe aceptar, también hay que poner límites para que el niño entienda que quien manda es el adulto y no él.

Seguramente has escuchado niños decir “yo mando en esta casa” y cuando juegan con sus amiguitos dicen “yo mando en el juego”, lo que les causará conflictos porque los demás no están dispuestos a dejarse “mandar” tan fácilmente.

Como padres tenemos la obligación de encontrar el equilibrio entre la disciplina y la permisividad, porque nuestra función principal es criar hijos asertivos, autónomos e independientes.

Cuando un niño no tiene un ejemplo de autoridad en el hogar, se siente confundido, ya que no sabe que hacer, a quién preguntar y a quien responder.

El error que puede llevar a tener niños autoritarios y rebeldes es que los padres le hacen creer que es el centro del mundo y lo más importante en la casa, esto es muy negativo ya que tarde o temprano cuando se enfrente al mundo se dará cuenta que no es así.

Como padres debemos imponer la autoridad de manera pacífica y que el niño comprenda que sus padres son quienes mandan en su casa y no él.