Lo que comenzó como un intento esperanzador de vacunar a los países más pobres contra el coronavirus ha tenido grandes dificultades. En los países de renta alta y media-alta, el 73% de las personas con derecho a vacunarse lo han hecho al menos una vez, mientras que sólo el 41% lo ha hecho en los países de renta media-baja y un mísero 5% en los de renta baja. Estados Unidos y otras naciones ricas deberían mirarse en el espejo y esforzarse por evitar que esto ocurra la próxima vez.
La búsqueda de una distribución equitativa y acelerada de vacunas llevó a la creación del mecanismo Covax. Uno de los primeros objetivos era adquirir y distribuir 2,000 millones de dosis para finales de este año. Hasta ahora, se han entregado 522 millones de dosis en 144 países, la mayoría de ellas en las naciones más pobres. Sin duda son millones de personas a las que se ha ayudado, pero ha sido más lento de lo esperado.
¿Por qué el retraso? Ante una emergencia catastrófica, Covax empezó de cero: sin dinero, sin gente. Una vez que se desarrollaron las vacunas y se empezaron a fabricar, se produjo una loca carrera por el escaso suministro. Los países ricos, que no estaban seguros de qué vacuna funcionaría, pidieron cantidades muy superiores a sus poblaciones. Cuando Covax reunió el dinero, se enfrentó a un suministro limitado y a duras negociaciones con los fabricantes.
Covax optó por la vacuna de una sola dosis de AstraZeneca, en parte porque no tenía que conservarse a temperaturas superfrías, lo que la hacía más adecuada para condiciones difíciles, y se vendía a menor precio. Covax contaba con el Instituto del Suero de la India para producir millones de dosis. Entonces, la variante delta explotó en la India, lo que provocó la suspensión de las exportaciones, un enorme revés para Covax y los países más pobres.
Sin Covax, la situación habría sido mucho peor: imagínense a 195 países compitiendo por los candidatos a vacunas en una batalla campal. Sin embargo, la experiencia de Covax ha puesto de manifiesto cómo los que tienen se ocupan de sí mismos y los que no tienen se ven obligados a esperar.
