En solo un año -de 2019 a 2020- el número de personas que viven con hambre en la región aumentó un 30%, es decir, 13.8 millones de personas, según un nuevo informe de Naciones Unidas sobre el Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición.
Si bien el coronavirus representa su propia amenaza para la salud, las consecuencias económicas de la pandemia también han significado despensas vacías. Los meses de cierre y las restricciones a los viajes han afectado especialmente a los trabajos informales, en una región en la que faltar al trabajo un día puede significar tener poco que comer al día siguiente.
Las mujeres pasan más hambre que los hombres en toda la región, según la ONU, ya que la inseguridad alimentaria afecta de forma desproporcionada a las personas más vulnerables de la sociedad.
En 2020, aproximadamente el 42% de las mujeres sufría inseguridad alimentaria moderada o grave, frente al 32% de los hombres. Esta disparidad ha aumentado constantemente en los últimos años, según el informe.
Julio Berdegué, representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), calificó la situación general de “crítica”, y añadió que la pandemia ha intensificado de forma dramática la inseguridad alimentaria existente.
El informe de la ONU calcula que 59.7 millones de personas en la región padecen ahora hambre, el nivel más alto desde el año 2000.