No está claro por qué el café puede estimular el movimiento intestinal, pero la rapidez de este efecto sugiere que está mediado por el cerebro.

Al igual que abrir las persianas y entrar en la ducha, una taza de café hace que la gente se mueva por la mañana, en más de un sentido. Este satisfactorio brebaje acelera los niveles de energía con una dosis de cafeína y, para muchas personas, pone en marcha de forma rápida y fiable la actividad intestinal y la necesidad urgente de hacer caca.

Sin embargo, dada la popularidad del café, es sorprendente que sepamos tan poco sobre cómo afecta al tracto gastrointestinal, afirma el Dr. Robert Martindale, profesor de cirugía y director médico de los servicios de nutrición hospitalaria de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón.

Algunos estudios sobre el tema -que suelen ser pequeños, antiguos y limitados- han sugerido que probablemente no sea la cafeína lo que desencadena las ganas de ir al baño. Un trabajo publicado en 1998, por ejemplo, descubrió que el café descafeinado tenía un efecto estimulante en el colon similar al del café con cafeína, mientras que una taza de agua caliente no lo hacía.

Algunas personas consideran que el café provoca malestar estomacal y heces blandas, así como efectos secundarios relacionados con el exceso de cafeína, como insomnio, ansiedad, palpitaciones y dolor de cabeza. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) afirma que para la mayoría de las personas es seguro tomar 400 miligramos de cafeína -la cantidad que contienen unas cuatro o cinco tazas de café- al día. Aunque hay que tener en cuenta que las personas metabolizan la cafeína de forma diferente, por lo que este umbral puede variar de una persona a otra.