El telescopio espacial James Webb está dotado de las esperanzas y temores de una generación de astrónomos.
¿Qué desayunan los astrónomos el día en que su telescopio de 10,000 millones de dólares se lanza al espacio? Sus uñas.
“Trabajas durante años y todo se esfuma en una bocanada de humo”, dice Marcia Rieke, de la Universidad de Arizona.
La Dra. Rieke admite que tendrá los dedos cruzados la mañana del 24 de diciembre cuando sintonice el lanzamiento del telescopio espacial James Webb. Lleva 20 años trabajando en el diseño y la construcción de una cámara infrarroja ultrasensible que vivirá a bordo de la nave espacial. El Webb es el cacareado sucesor, más grande y potente, del telescopio espacial Hubble. Los astrónomos esperan que atraviese una oscura cortina de ignorancia y suposiciones sobre los primeros días del universo, y les permita fisgonear los exoplanetas cercanos.
Tras 10,000 millones de dólares y años de retrasos, está previsto que el telescopio despegue finalmente desde un centro de lanzamiento europeo en la Guayana Francesa en su camino hacia un punto situado a un millón de kilómetros al otro lado de la Luna.