Los chilenos eligieron el domingo a Gabriel Boric como su próximo presidente, confiando al joven legislador de izquierdas la tarea de ayudar a dar forma al futuro de una nación que se ha visto sacudida por las protestas y que ahora está redactando una nueva Constitución.
A sus 35 años, Boric será el líder más joven de la nación y, con mucho, el más liberal desde el presidente Salvador Allende, que murió por suicidio durante el golpe militar de 1973 que dio paso a una brutal dictadura de 17 años.
Asumirá el cargo en la fase final de una iniciativa de un año de duración para redactar una nueva Constitución, un esfuerzo que probablemente introducirá profundos cambios jurídicos y políticos en cuestiones como la igualdad de género, los derechos de los indígenas y la protección del medio ambiente.
Aprovechando el descontento generalizado con las facciones políticas que se han repartido el poder en las últimas décadas, Boric atrajo a los votantes prometiendo reducir la desigualdad y aumentar los impuestos a los ricos para financiar una ampliación sustancial de la red de seguridad social, pensiones más generosas y una economía más ecológica.