Los registros ocultos del Pentágono muestran un patrón de fracasos en los ataques aéreos de Estados Unidos, un fuerte contraste con la imagen del gobierno estadounidense de una guerra librada por drones que todo lo ven y bombas de precisión.
Las propias evaluaciones confidenciales de los militares sobre más de 1,300 informes de víctimas civiles desde 2014, dejan al descubierto cómo la guerra aérea ha estado marcada por una inteligencia profundamente defectuosa, una selección de objetivos apresurada y a menudo imprecisa y la muerte de miles de civiles, muchos de ellos niños, y ninguna de estas fallas se tradujo en una constatación de infracción.