Tenemos que derribar las barreras legales erigidas en el pánico moral después de los años 60 de Timothy Leary, cuando compuestos potentes como el LSD y la psilocibina fueron clasificados como sustancias de la Lista 1 – el reino de las drogas malas, malas sin valor médico.

El año pasado, Oregón se convirtió en el primer estado en despenalizar la posesión de pequeñas cantidades de drogas duras como el LSD y la psilocibina, y las actitudes hacia los psicodélicos se han suavizado en todo el país. Un 35% de los votantes cree ahora que tienen usos médicos, según una encuesta realizada en junio.

Incluso un republicano duro con las drogas como el representante Dan Crenshaw, de Texas, se sintió lo suficientemente conmovido por los testimonios de los veteranos sobre el poder curativo de estas drogas como para presentar una medida que permita al Pentágono financiar la investigación de terapias psicodélicas para los militares P.T.S.D.

En octubre, Johns Hopkins recibió la primera subvención federal en medio siglo para permitir la investigación de los usos terapéuticos de un psicodélico: un estudio sobre el tratamiento con psilocibina para la adicción al tabaco.