El níquel es vital para las baterías de los coches eléctricos, pero su extracción es sucia y destructiva. Una planta con una historia turbulenta en Nueva Caledonia está a punto de convertirse en un experimento para hacerlo mejor.
Goro, la mayor mina de níquel en un minúsculo territorio francés suspendido entre Australia y Fiyi, puede albergar hasta una cuarta parte de las reservas mundiales de níquel. También supone una prueba crítica para Tesla, el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, que quiere tomar el control de su cadena de suministro y asegurarse de que los minerales utilizados para las baterías de sus coches se extraen de forma responsable desde el punto de vista medioambiental y social.
La estrategia de Tesla, el mayor esfuerzo de un fabricante occidental de vehículos eléctricos por abastecerse directamente de minerales, podría servir de modelo para una industria ecológica que se enfrenta a una incómoda paradoja. Aunque los consumidores se sienten atraídos por los vehículos eléctricos por su reputación de limpios, el proceso de obtención de ingredientes esenciales como el níquel es sucio, destructivo y a menudo políticamente tenso.