Así como los celosos sufren más por lo que se imaginan que por lo que ven en realidad, lo mismo pasa con las personas sumamente “preocuponas”, que muchas veces ni duermen por estar pensando en algo que tal vez nunca se va a hacer realidad.

Las personas que sufren de ansiedad permanentemente están pensando en el futuro y sienten que algo “malo” va a pasar; en cambio, los que sufren de depresión, mantienen su mente en el pasado, recordando momentos “traumáticos” y tristes que vivieron. Todas estas personas no deberían desperdiciar esa energía y mejor deben aprender a canalizarla adecuadamente.

En temporadas como la decembrina que acabamos de pasar, muchas personas se deprimen y sienten mucha nostalgia porque un ser querido falleció, pasó por una separación sentimental, perdió el empleo, en fin, por cualquier otro motivo. En esos casos, para evitar caer en sentimientos indeseables, se recomienda desahogarse, llorar y después, reconocer y quedarse con los recuerdos buenos y bonitos que se compartieron con la otra persona.

Preocuparse por el pasado, es perder el tiempo porque ya pasó y es inmodificable; y preocuparse por el futuro es innecesario porque no ha ocurrido y no se tiene certeza que vaya a ocurrir. Lo único cierto es el momento presente que es donde debemos estar.

Cuando empecemos a ser o si ya somos muy “preocupones”, debemos plantearnos:

¿Por qué me preocupo tanto por algo que no se si va a ocurrir?

¿Vale la pena que sufra por algo incierto?

Pensemos que al canalizar mejor la energía de nuestros pensamientos negativos, podríamos ser más felices y viviríamos en paz.