La crisis demográfica, un reto para la economía, también señala un límite al alcance del gobierno, que ha luchado recientemente por hacer crecer la población.
China anunció que su tasa de natalidad se desplomó por quinto año consecutivo en 2021, acercando al país más poblado del mundo al momento potencialmente sísmico en que su población comenzará a reducirse, y acelerando una crisis demográfica que podría socavar su economía e incluso su estabilidad política.
El descenso de la natalidad, unido al aumento de la esperanza de vida que ha acompañado a la transformación económica de China en las últimas cuatro décadas, significa que el número de personas en edad de trabajar, en relación con el creciente número de personas demasiado mayores para trabajar, ha seguido disminuyendo. Esto podría provocar una escasez de mano de obra, lo que podría obstaculizar el crecimiento económico, y reducir los ingresos fiscales necesarios para mantener una sociedad que envejece.
La situación está creando un enorme problema político para Pekín, que ya se enfrenta a vientos en contra en materia económica. Junto a los datos demográficos, el país informó el lunes de que el crecimiento en el último trimestre del año disminuyó hasta el 4 por ciento.
El Partido Comunista gobernante en China ha tomado medidas para hacer frente al descenso de la natalidad, relajando su conocida política de “un solo hijo”, permitiendo por primera vez dos hijos en 2016 y hasta tres desde el año pasado. También ofrece incentivos a las familias jóvenes y promete mejorar las normas laborales y la educación temprana.