China ha superado los obstáculos que en su día hicieron que la candidatura de Pekín a los Juegos de Invierno pareciera una posibilidad remota -la escasa experiencia en deportes de invierno, las escasas nevadas y la densa contaminación- y se ha enfrentado a otros nuevos, como una pandemia interminable y la creciente preocupación internacional por su comportamiento autoritario.
Pero, a diferencia de lo que ocurrió en 2008, “ya no necesitan esto para legitimar su gobierno”, dijo un historiador. “Y no necesitan complacer a todo el mundo para que el evento sea un gran éxito”.
Con la inauguración de los Juegos en unas dos semanas, miles de competidores olímpicos de todo el mundo están integrando una rutina en sus regímenes diarios: Evitar Covid-19, por todos los medios que sean necesarios para evitar ser expulsados.