Un debilitamiento de las normas climáticas por parte de la administración Trump ha mantenido las bombillas incandescentes en los estantes de las tiendas, y la investigación muestra que se concentran en las tiendas que sirven a las zonas más pobres.
Durante años, Deborah Turner compró sus bombillas en una de las muchas tiendas de a dólar que sirven a su barrio en Columbus, Ohio.
Pero las bombillas que se vendían eran las incandescentes, muy poco eficientes y de corta duración -los orbes en forma de pera con centros de cables brillantes-, lo que significaba que con el tiempo la señora Turner, que vive en un barrio en el que una cuarta parte de los residentes está por debajo del umbral de la pobreza, gastaría cientos de dólares más en las facturas eléctricas, debido a la energía extra que utilizan, que si hubiera comprado luces LED de bajo consumo.
Es un patrón que se repite en todo el país. La investigación ha demostrado que los minoristas de gama baja, como las tiendas de a dólar o las tiendas de conveniencia, siguen abasteciendo sus estantes con bombillas incandescentes tradicionales o halógenas, incluso cuando las tiendas que atienden a comunidades más acomodadas han pasado a vender LEDs mucho más eficientes. Un estudio realizado en Michigan, por ejemplo, reveló que las bombillas LED no sólo estaban menos disponibles en las zonas más pobres, sino que además solían costar una media de 2.50 dólares más por bombilla que en las comunidades más ricas.