Durante la mayor parte de la pandemia, se ha dicho a los estadounidenses que las pruebas de PCR son el estándar de oro. Pero en la mayoría de las situaciones, no es así. Idealmente, los resultados de las pruebas deberían guiar las acciones relacionadas con el aislamiento, los viajes, las interacciones sociales o incluso cuándo buscar opciones de tratamiento. La prueba PCR es menos útil para hacer cualquiera de estas cosas por dos razones.

En primer lugar, la mayoría de las pruebas de PCR tienen un gran retraso entre la recogida de la muestra y el resultado de la prueba. Un resultado que tarda más de 18 horas es de poca utilidad para las personas que intentan tomar decisiones. De hecho, entre la realización de la prueba y la recepción del resultado, una persona podría infectarse o dar positivo, especialmente con la variante Ómicron altamente infecciosa. En segundo lugar, las pruebas de PCR pueden detectar partículas víricas muchos días después de la infección, lo que podría no indicar contagio.

Algunas compañías aéreas o países podrían exigir una prueba en las 72 horas siguientes a la salida del vuelo o a la entrada en un país. En este caso, las pruebas PCR son aceptables, ya que una prueba PCR negativa tomada 24 horas antes del vuelo es una información útil. Pero una prueba de PCR positiva podría ser engañosa y excesivamente restrictiva, ya que una persona podría estar libre del virus semanas antes de realizar la prueba.

Mientras tanto, las pruebas rápidas de antígenos tienen ventajas. En primer lugar, si se tienen síntomas de covid-19 como fatiga, fiebre, tos o pérdida de olfato y gusto, una prueba de antígeno puede confirmar rápidamente el diagnóstico. Para las personas con alto riesgo de hospitalización u otros resultados graves, como los inmunodeprimidos, los ancianos y los no vacunados, eso significa que pueden buscar inmediatamente asesoramiento médico sobre las opciones de tratamiento.