Los hallazgos, relacionados con la extracción de oro en Perú, proporcionan nuevas pruebas de cómo la gente está alterando los ecosistemas de forma peligrosa en todo el mundo.

El bosque antiguo protegido de la Amazonia del sureste de Perú parece prístino: Árboles antiguos con troncos enormes crecen junto a otros jóvenes y esbeltos, formando un dosel tan espeso que a los científicos a veces les parece que es de día.

Pero un nuevo análisis de lo que hay dentro de las hojas del bosque y de las plumas de los pájaros cuenta una historia diferente: El mismo dosel que sustenta una de las más ricas biodiversidades del planeta también absorbe niveles alarmantes de mercurio tóxico, según un estudio publicado.

El mercurio es liberado en el aire por los mineros que buscan oro en las riberas de los ríos cercanos. Utilizan el mercurio para separar el metal precioso del sedimento circundante y luego lo queman. Transportado por el aire, las partículas se adhieren a las hojas como si fueran polvo y la lluvia las arrastra al suelo del bosque. Otras partículas son absorbidas por el tejido de las hojas. Desde allí, el mercurio parece haber ascendido por la red alimentaria hasta los pájaros cantores, que mostraron niveles de mercurio entre dos y 12 veces superiores a los de zonas más alejadas de la actividad minera.