Cuando tus hijos son niños te perciben como un hombre grande, fuerte, te idealizan y creen que puedes hacer todo como un superhéroe.

Pero tú sabes que eso no es cierto y que te tienes que enfrentar a situaciones que derriban esa ficción.

La admiración que tus hijos sienten por ti debe estar acompañada de la conciencia de que no eres un ser perfecto ni superpoderoso. Más bien, se hace necesario hacer que te vean tal cual eres y sepan que, así como se logran cosas, estas se deben al esfuerzo constante y no a la magia.

Tienes que tener presente que ser una figura importante para ellos es algo necesario, ser admirado también es agradable, pero ser idealizado es muy peligroso porque si el niño se basa en fantasías, éstas serán develadas tarde o temprano y eso es doloroso para ellos.

¿Qué hacer?

Primero que todo, generar situaciones realistas.

Evalúa cómo percibías a tu padre cuando eras niño; es posible que lo hayas visto llorar o derrotado por alguna situación, pero aun así tu amor y admiración siguen intactos. Esto quiere decir que puedes mostrar tus verdaderos sentimientos.

Demuéstrale amor; así tu hijo aprenderá que no tiene nada de malo sentir y demostrar cariño.