Las vacunas inyectadas producen una inmunidad potente y duradera contra las enfermedades graves. Pero un posible inconveniente es que su protección contra la infección es temporal, especialmente cuando el virus evoluciona. Por eso, algunos expertos hablan de la necesidad de refuerzos periódicos.
Entonces, ¿hay una forma mejor?
Sí, Las vacunas nasales pueden ser la mejor manera de prevenir las infecciones a largo plazo porque proporcionan protección exactamente donde se necesita para defenderse del virus: el revestimiento de la mucosa de las vías respiratorias, donde el coronavirus se afianza primero.
Pero eso no es todo. Las vacunas nasales u orales pueden inmunizar a poblaciones enteras más rápidamente que las inyecciones, que requieren habilidad y tiempo para administrarlas. También son más agradables para muchos, incluidos los niños, que las dolorosas inyecciones, y evitarían la escasez de agujas y otros materiales.
Como aprendimos con Omicron, incluso tres dosis de una vacuna pueden no prevenir la infección. Esto se debe a que las vacunas inyectadas producen anticuerpos en la sangre, de los que relativamente pocos llegan a la nariz, la vía de entrada del virus. No es el caso de las vacunas mucosas, que recubren las superficies mucosas de la nariz, la boca y la garganta con anticuerpos de larga duración.