A lo largo de los Juegos de Pekín, el desparpajo del equipo de hockey femenino de Canadá ha sido evidente para todos, y para admirar y temer.

Las humillaciones a los equipos que se disputarán la medalla de bronce, las burlas a los rivales, las críticas matizadas a las estrategias fallidas para marcar a Ann-Renée Desbiens, la portera que hizo del pliegue canadiense una fortaleza.

Las canadienses demostraron el jueves que todo estaba justificado: Superaron a Estados Unidos en el partido por la medalla de oro, por 3-2, y recuperaron la corona olímpica que las estadounidenses les habían arrebatado hace cuatro años.

La victoria de Canadá fue una exhibición de juego fuerte y enjundioso, mezclado con algunas dosis de suerte y un impulso angustioso y furioso que comenzó con la derrota olímpica de 2018.