El ex presidente Donald J. Trump, sacudido por la noticia de que sus contadores de toda la vida habían declarado que años de sus estados financieros no eran fiables, emitió una declaración de autodefensa con nuevas afirmaciones sobre su riqueza.
En un mensaje enviado por correo electrónico, el Sr. Trump se refirió a un “Estado de Situación Financiera del 30 de junio de 2014” preparado por la empresa de contabilidad Mazars USA, que mostraba que el año anterior a su primera candidatura presidencial su patrimonio neto había sido de 5,800 millones de dólares. Pero eso no es lo que dijo entonces.
Cuando declaró su candidatura en 2015, presentó lo que llamó su “Resumen de patrimonio neto a 30 de junio de 2014” con una cifra muy diferente: 8,700 millones de dólares. Un mes más tarde, subió la apuesta, publicando una declaración en la que pronunciaba que su “patrimonio neto supera los DIEZ MIL MILLONES DE DÓLARES.”
Las valoraciones cambiantes, incluso ante el creciente peligro legal que supone la decisión de Mazars de romper sus vínculos y desmentir sus declaraciones financieras pasadas, llegan al núcleo de un problema para el Sr. Trump. Se ha pasado toda la vida inventando hechos y cifras para apoyar sus necesidades del momento.