Ser madre es una experiencia maravillosa y tan difícil de describir que las mujeres que no lo han sido no podrían llegar a entenderlo completamente.

Amar a nuestro hijo es algo inevitable, válido y totalmente esperado; pero, lo que no podemos permitir es que ese pequeño, que para una madre puede ser casi como un “dios”, se vuelva intolerable y que exija que todos sus caprichos se cumplan a cabalidad lo más pronto posible.

A nuestro hijo hay que amarlo y educarlo lo mejor posible, pero nunca permitirle ser un pequeño “tirano” que ordena, grita y manda a todos. Si tienes un hijo así, empezarás a notar que las amigas te evitan, tu familia se aleja porque no soporta los berrinches de tu “adorado” hijo, especialmente cuando hace un drama porque le niegan algo, interrumpe las conversaciones de los adultos y exige atención solo para él.

En resumen, hay que amar a un hijo con todo el corazón, pero también hay que esmerarse en educarlo bien para que sea una persona que se pueda desenvolver adecuadamente en la sociedad.