Los líderes occidentales han descrito las sanciones que han impuesto a Rusia como “fuertes” y “severas”. Y las sanciones dañarán la economía rusa.
Pero también vale la pena echar un vistazo a las posibles sanciones que Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea han decidido no imponer.
Suspender a Rusia de organizaciones internacionales, como la red de bancos SWIFT y la red de fuerzas de seguridad Interpol.
Embargar apartamentos, yates y otros activos de muchos miembros de la élite rusa en Londres, Miami y otros lugares.
Reprimir los instrumentos de propaganda de Vladimir Putin en Occidente, incluida la cadena de televisión RT, y a personas como Gerhard Schröder, el ex canciller alemán que ahora trabaja para una empresa petrolera rusa.
Tal vez lo más significativo sea reducir drásticamente las compras de petróleo y gas natural ruso, la mayor fuente de ingresos del país.
El hecho de que Estados Unidos y sus aliados hayan optado por no seguir un camino más agresivo ayuda a explicar por qué Putin ha estado dispuesto a correr el enorme riesgo de iniciar la guerra más importante en Europa de los últimos 80 años.