Rusia está siendo aislada de muchas maneras. Tras la invasión de Ucrania, el país se está convirtiendo en el objetivo de un creciente boicot cultural.
Por ejemplo, no se verá a la selección rusa en el Mundial de Fútbol de este año. La FIFA y la UEFA, dos de los principales organismos rectores del fútbol, anunciaron que suspendían a Rusia y a los equipos de clubes rusos de competir en competiciones internacionales “hasta nuevo aviso”.
Otras organizaciones deportivas también han revelado acciones contra Rusia.
El Comité Olímpico Internacional pidió a las organizaciones deportivas que prohibieran a los atletas rusos y bielorrusos participar en eventos internacionales.
La Fórmula 1 canceló su Gran Premio de Rusia que estaba previsto para septiembre.
Esto sí que va a doler: La Federación Internacional de Judo despojó al presidente ruso Vladimir Putin (cinturón negro de este deporte) de su papel de presidente honorario y embajador.
En el ámbito del entretenimiento, las empresas están rompiendo sus vínculos con Rusia y con quienes apoyan a su gobierno. Disney, Warner Bros. y Sony declararon ayer que suspenden todos sus próximos estrenos cinematográficos en el país. El Festival de la Canción de Eurovisión, prohibió la participación de Rusia este año.
En resumen: Ante la abrumadora indignación del público con Putin y la simpatía por Ucrania, las organizaciones culturales occidentales no tienen más remedio que cortar sus vínculos con Rusia.