Y la respuesta: Napoleón.
Tras más de una década como emperador de Francia, Napoleón Bonaparte se vio obligado a abdicar del trono y a exiliarse. Sin embargo, menos de un año después, resurgió con un ejército y se hizo con el control del imperio durante unos 100 días, pero fue derrotado por segunda vez en la batalla de Waterloo.
Aunque fue enviado al exilio en Elba, Napoleón siguió al tanto de los asuntos franceses. Cuando se enteró de la reinstalación de la nobleza en París, Napoleón estaba dispuesto a hacer un último intento de llegar al trono. Por suerte, como hombre que basó su carrera en la capacidad de ganarse a los demás, Napoleón convenció a los militares franceses para que se unieran en torno a él, con la frase: “Adelante, dispara a tu emperador”.
Luis XVIII no tardó en enterarse del regreso de Napoleón y escapó de París. En marzo de 1815, Napoleón recuperó el control de París y, más ampliamente, de Francia. Esto marca el comienzo de los Cien Días.
Las principales potencias europeas no estaban contentas de ver a Napoleón. Por ello, empezaron a reorganizar sus fuerzas militares en un esfuerzo por forzar la salida de Napoleón. Este decidió tomar la ofensiva y lanzó una campaña contra las potencias combinadas de Gran Bretaña y Prusia en lo que hoy es Bélgica.
Sin embargo, todo se redujo a la batalla de Waterloo. Tras una batalla en la que murieron o resultaron heridas entre 40,000 y 50,000 personas, Napoleón perdió. Algunos creen que las condiciones del terreno de la batalla contribuyeron a la pérdida de Napoleón, ya que favoreció las posiciones defensivas frente a las ofensivas. Tras la batalla, los franceses se retiraron a París, donde Napoleón se rindió.