Los demócratas entienden ahora que están perdiendo apoyo entre los hispanos tanto por cuestiones culturales como de bolsillo, lo que deja poco en el arsenal de mensajes que los candidatos del partido pueden utilizar para frenar lo que parece ser un desangre a largo plazo.

Los problemas de los demócratas con los hispanos son evidentes si se tiene en cuenta que los republicanos no son precisamente impecables a la hora de atraer a estos votantes. Ambos partidos han cometido mala praxis política durante años: Han fracasado sistemáticamente en comprender lo que motiva a los votantes hispanos, una parte crucial y creciente del electorado.

Sin embargo, a pesar de todo el bombo y platillo sobre las ganancias de los republicanos con los votantes hispanos, el cambio hacia la derecha de estos votantes se está produciendo a pesar de los errores de los republicanos.

A los ojos de los miembros de la derecha, los hispanos son católicos o evangélicos híper-religiosos, emprendedores, anticomunistas y conservadores sociales que recuerdan a los votantes blancos de antaño. Para los de la izquierda, somos vistos como trabajadores enfadados y racialmente oprimidos de la vanguardia cultural que quieren acabar con el capitalismo mientras exigen la apertura de las fronteras.

Aunque ninguna de estas caricaturas es exacta, en ellas hay suficientes grados de verdad para que los partidarios de ambos bandos crean que pueden estar en el lado ganador de la emergente mayoría étnica.