Hay pocos indicios de que la recesión sea inminente. Pero la elevada demanda y la escasez de oferta están poniendo a prueba los límites de la economía.
Los empresarios están añadiendo cientos de miles de puestos de trabajo al mes, y contratarían aún más personas si pudieran encontrarlas. Los consumidores gastan, las empresas invierten y los salarios aumentan a su mayor ritmo en décadas.
La rápida inflación, la subida de los precios del petróleo y la inestabilidad mundial han llevado a los analistas a reducir drásticamente sus estimaciones de crecimiento económico para este año y a aumentar las probabilidades de que se produzca una contracción. Los inversores comparten esta preocupación: El mercado de bonos emitió la semana pasada una señal de advertencia que a menudo ha presagiado una recesión.
Pero la notable fuerza de la recuperación lleva consigo las semillas de su propia destrucción. La demanda -de coches, de casas, de comidas en restaurantes y de trabajadores que las proporcionen- ha superado a la oferta, provocando la inflación más rápida de los últimos 40 años.
Los responsables políticos de la Reserva Federal sostienen que pueden enfriar la economía y reducir la inflación sin que aumente el desempleo y se produzca una recesión. Pero muchos economistas se muestran escépticos de que la Reserva Federal pueda lograr ese “aterrizaje suave”, especialmente en un momento de incertidumbre mundial tan extrema.