Los compuestos psicodélicos como el LSD, el éxtasis y las setas de psilocibina se han mostrado muy prometedores en el tratamiento de una serie de trastornos mentales, y los participantes en los estudios clínicos describen a menudo un enorme progreso al domar los demonios del trastorno de estrés postraumático, o al encontrar una calma y claridad inesperadas al enfrentarse a una enfermedad terminal.

Pero sigue siendo un enigma cómo los psicodélicos pueden reconfigurar la mente con fines terapéuticos.

Según un estudio publicado en la revista Nature Medicine, en el transcurso de tres semanas, los participantes que habían recibido el antidepresivo escitalopram informaron de una leve mejoría de sus síntomas, y los escáneres siguieron sugiriendo los signos persistentes y reveladores de una mente cojeando por el trastorno depresivo mayor. La actividad neuronal estaba restringida en ciertas regiones del cerebro, un reflejo de los rígidos patrones de pensamiento que pueden atrapar a los depresivos en un bucle de retroalimentación negativa de pesimismo y desesperación.

Por el contrario, los participantes que recibieron la terapia con psilocibina informaron de una mejora rápida y sostenida de su depresión, y los escáneres mostraron un florecimiento de la actividad neuronal en grandes franjas del cerebro que persistió durante las tres semanas. Esta mayor conectividad, dijeron, se asemeja a la agilidad cognitiva de un cerebro sano que, por ejemplo, puede alternar entre un ataque matutino de melancolía, un día estresante en el trabajo y una noche de juerga libre con los amigos.