El recién elegido presidente de Chile, Gabriel Boric, se ha instalado en Yungay, un barrio de Santiago repleto de solares abandonados infestados de basura, viviendas superpobladas y traficantes que venden droga.
“Queremos recuperar esos barrios que hoy están amenazados por voraces promotores inmobiliarios, delincuentes o narcotraficantes”, dijo en una entrevista televisiva.
Boric hizo campaña sobre la mejora de los servicios gubernamentales y estatales, la reducción de la desigualdad de ingresos y el fin de las prácticas “neoliberales”.
En Chile, el presidente elige dónde vivir, y Boric ha hecho una elección muy diferente a la de sus predecesores. Su presencia en el barrio ha tenido un efecto espectacular. La economía local se ha recuperado, la presencia policial ha aumentado, los narcotraficantes se están mudando de tienda y los registros inmobiliarios en el barrio se han duplicado.