Desde el inicio de la pandemia, más de 200,000 residentes o trabajadores de centros de cuidados del adulto mayor han muerto a causa del coronavirus, y los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse a un prolongado aislamiento de sus familias.

Esto ha dejado un problema existencial en las instalaciones para adultos mayores: La gente no quiere vivir, ni trabajar, ni quiere colocar a sus padres allí. Desde 2020, más de 300 residencias de ancianos han cerrado, dijo Mark Parkinson, presidente de la American Health Care Association, un grupo comercial que representa a 14,000 residencias de ancianos y centros de vida asistida. Más de 400,000 trabajadores de centros de cuidados de larga duración han dejado la profesión, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.

“La vida asistida virtualmente ya está aquí”, afirma Joseph F. Coughlin, que dirige el AgeLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “Los robots van a desempeñar un papel fundamental a la hora de recordarnos que debemos tomar la medicación, de mantenernos socialmente comprometidos, de ayudarnos si nos caemos y no podemos levantarnos, de gestionar la entrega de comida a domicilio. Los inodoros te harán un chequeo al día y te dirán si no estás tomando tus pastillas o alimentándote. Muy pronto tu inodoro hablará de ti”.

El lado positivo es que, a diferencia de los trabajadores humanos, los robots nunca se ponen de mal humor ni se cansan de tener que repetir las cosas.

Quizá algún día la tecnología esté lista para hacer el trabajo de los cuidadores humanos, pero todavía no.