Lejos de la frontera entre Estados Unidos y México, las primarias para el Senado de Ohio muestran cómo la obsesión republicana con la ficción de unas elecciones robadas ha engendrado una nueva causa de miedo a la inmigración ilegal.
Seis años después de que el expresidente Donald J. Trump allanara su camino a la Casa Blanca a base de llamamientos xenófobos a los votantes blancos, la línea divisoria de 3,000 kilómetros entre México y Estados Unidos ha vuelto a ser una fijación del Partido Republicano.
Pero el resurgimiento del tema en la derecha ha llegado con un nuevo giro: los líderes y candidatos republicanos afirman cada vez más, sin fundamento, que los inmigrantes no autorizados están accediendo a las urnas.
El fraude electoral es excepcionalmente raro, y las alegaciones de que un gran número de inmigrantes indocumentados están votando han sido desacreditadas en repetidas ocasiones. Sin embargo, ese mensaje inventado ahora está encontrando audiencias receptivas en más de una docena de estados en todo el país.
En el condado de Macomb, Michigan, donde los republicanos están ferozmente divididos entre los que quieren investigar las elecciones de 2020 y los que quieren seguir adelante, muchos votantes en la convención del G.O.P. del condado este mes dijeron que temían que los inmigrantes estuvieran entrando en el país ilegalmente, no sólo para robar puestos de trabajo, sino también para emitir votos fraudulentos para los demócratas.