La depresión, las autolesiones y el suicidio están aumentando entre los adolescentes estadounidenses.
La adolescencia estadounidense está experimentando un cambio drástico. Hace tres décadas, las amenazas más graves para la salud pública de los adolescentes en Estados Unidos eran el consumo excesivo de alcohol, la conducción bajo los efectos del alcohol, los embarazos en la adolescencia y el tabaquismo. Desde entonces, estas amenaza han sido sustituidas por las crecientes tasas de trastornos en salud mental.
En 2019, el 13 por ciento de los adolescentes reportó haber tenido un episodio depresivo mayor, un aumento del 60 por ciento desde 2007. Las visitas a las salas de emergencia de niños y adolescentes en ese período también aumentaron bruscamente por ansiedad, trastornos del estado de ánimo y autolesiones. Y en el caso de las personas de 10 a 24 años, las tasas de suicidio, dieron un salto de casi el 60% en 2018, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
El declive de la salud mental entre los adolescentes se intensificó con la pandemia de Covid. En diciembre, en una rara advertencia pública, el cirujano general de Estados Unidos advirtió de una crisis de salud mental “devastadora” entre los adolescentes. Numerosos grupos de médicos y hospitales la han calificado de emergencia nacional, citando los crecientes niveles de enfermedad mental, la grave escasez de terapeutas y opciones de tratamiento, y la insuficiente investigación para explicar la tendencia.