Con el Liverpool perdiendo por dos goles en el descanso, Díaz cambió el juego al ingresar en el segundo tiempo.

A falta de 45 minutos para el final y con el sueño del cuádruplete pendiendo de un hilo, el Liverpool parecía agotado. Todos los minutos de su emotiva conquista del título a puerta cerrada, el trabajo del año pasado, plagado de lesiones, la implacable racha de una temporada que terminará con la disputa de todos los partidos disponibles: estaban escritos en la plantilla de Jurgen Klopp.

Entra Luis Díaz, el salvador de piernas frescas del Liverpool. No es exagerado otorgarle tal título. La cautela del Villarreal, y la propensión de su portero a dejar que las cosas se le cuelen entre las piernas, ayudaron sin duda a la causa de los visitantes a la hora de cambiar las tornas esta noche, pero sobre todo este equipo necesitaba que alguien jugara sin miedo a fallar.

Si otros hubieran fallado la patada en bicicleta que él hizo al principio de la segunda parte, habrían perdido la cabeza. Díaz sólo se mostró más decidido. Instantes después de que Fabinho devolviera la ventaja a los suyos en la eliminatoria, se encargó de asestar el golpe de gracia al Villarreal. El colombiano, que lleva 21 partidos en el Liverpool, ya se ha ganado un lugar en los anales de la historia de este club. Es el hombre que los salvó de una posible gran humillación en la escena europea.