Estoy segura que muchas madres se identifican con este escrito sobre la sonrisa de su hijo. Aquí se los comparto:
Hijo mío, cada vez que sonríes, el mundo se contagia y ríe contigo.
Esa es la mejor carta de
presentación que tienes.
Cuando sonríes mi dolor y sufrimiento, simplemente se esfuman ante el brillo que irradias.
Cuando sonríes te conviertes en mi luz y mi razón, llenas mi alma de felicidad e ilusión.
Cuando te veo sonreír, me lleno de energía y me olvido del cansancio.
Cada vez que sonríes, el mundo se detiene para quedarse mirando y apreciando el milagro de la belleza.
Un sencillo gesto como es sonreír, puede dar vida a lo que yacía muerto. Ahí entiendes que la vida es muy bella y perfecta.
Cada vez que te veo sonreír, me sanas, curas mis dolores, eliminas mi sufrimiento y alejas todas las dudas de mi vida.
Eres capaz de iluminar el camino, sembrar felicidad y cosechar más alegría.
Cada vez que sonríes, mi alma se llena de valentía y se abre el camino hacia mi felicidad.